La casa Bruno Paillard nace del deseo de su fundador de crear un champán muy diferente a los demás, muy puro.

Un gran champán para Bruno Paillard es, sobre todo, un "ensamblaje", mezcla de diversos crus, variedades de uva y añadas. Se trata del constante deseo de capturar la delicadeza y la elegancia por excelencia que el champán puede brindar cuando se sirve con amor y cuidado.

Este estilo muy personal es la combinación de elegancia y complejidad: se traduce en una efervescencia ligera y untuosa, una pureza notable, una verdadera mineralidad, una vinosidad sedosa.

La efervescencia debe estar presente pero no ser agresiva. El tamaño de las burbujas es muy fino, casi microscópico. Trae a la nariz del catador los aromas del vino y al paladar una textura untuosa, casi cremosa.

La complejidad es lo opuesto a la pesadez: es el aliado de la elegancia, al contrario de lo que a veces pensamos. Ella se expresa puramente en el equilibrio y la profundidad de los vinos. La complejidad florece con la edad.