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DESCRIPCIÓN


Añada 2022 en Corullón, Bierzo


Lucha y adaptación, día a día
El otoño de 2021 y el invierno que le siguió, secos y de temperaturas por encima de las medias del registro histórico, anticiparon lo que iba a ser toda la añada. Un año de inquietud y sobresaltos, un año lleno de sorpresas por la inaudita oscilación meteorológica de la primavera y el comienzo del verano que acabaría culminando con uno de los estíos más calurosos en nuestras laderas y colinas del Bierzo.


La tímida nevada en las cotas más altas de Corullón, caída en un temprano 28 de noviembre, nos permitió intuir el extraño ciclo que empezaba. Ese invierno, la diferencia térmica respecto a las medias de los últimos años se situó en más de un grado por encima. Tras semanas de suavidad relativa, el inicio de la primavera trajo un tiempo frío e inestable. La brotación se retrasó unos días y una vez comenzada no siguió un patrón homogéneo. Abril siguió algo convulso pero se quedó corto en precipitaciones. Las heladas matinales pronto dejaron lugar a un tiempo cálido para la época, de nuevo un anticipo de lo que se instauró a partir de mayo.


Los contrastes de mayo y junio
Empezamos mayo con tiempo soleado y temperaturas agradables que fueron ascendiendo hasta extender un claro ambiente veraniego. La sequía persistía alarmantemente, a pesar de unos pocos litros caídos a mitad de mes acompañada de una fuerte tormenta eléctrica. Tras un final del mes de calor arrollador y un eclipse lunar prolongado, entró junio sorprendentemente frío. Pero no tardó en volver el calor, en una inestabilidad pendular que nos obligó a estar más atentos que nunca a la evolución de las vides.


Y es que la gran lección del año es el aprendizaje constante de las condiciones que cambian, que chocan, que nos llenan de incertidumbre. Y que ponen a prueba, y también en duda, conocimientos y prácticas qué creíamos asentados.


El verano: drástico e inquietante
Los adjetivos se quedan cortos al hablar del verano de 2022. Lo recordaremos siempre como una época de persistente inquietud ante el calor abrumador y la sequía sin fin. Entre el 9 y el 26 de julio vivimos la oleada más intensa, las noches más sofocantes, la ausencia del menor resquicio de refresco. No conocíamos datos tan altos desde 1951: una máxima de 41,5ºC en el Bierzo, con medias de 23 grados. Insólita situación que nos sumía en un aletargamiento tan marcado como la inagotable masa de aire caliente de origen africano.


Y, con todo, no era peor que en Priorat o Rioja Oriental. Pero quizá por nuestra sempiterna influencia atlántica, la situación se nos hacía más insostenible que en otras zonas peninsulares. En este contexto, las viñas demandaron otro tipo de planificación, distinta a todo lo que conocíamos. Algunos despuntados fueron cruciales para mantener y equilibrar las reservas de la vid, obligándonos a prestar una atención individual, selectiva en extremo y tan sólo un tratamiento en todo el año fue necesario para alejar cualquier atisbo de los hongos habituales.


Fue una lucha continuada contra los elementos. Contra el ambiente cliente y la ausencia de lluvia, esos limitadísimos 28 litros entre julio y agosto.


La estabilidad de las vides, tan precaria, tan reveladora


Estuvimos viviendo en la pura contradicción. Plantas sanas y una vegetación que requería una adaptación diaria. Previsiones de producción pesimistas y, luego, sobre el terreno, la constatación de que había una gran cantidad de uva, que enveraba bien y que se mantenía sana y con un tamaño moderado, preciosa en su preclara contención.


Con medias superiores a los 25 grados, dato casi imposible; con temperaturas nocturnas de corte casi semitropical; con índices de humedad demasiado cortos; con tardes de bochorno y sustos inquietantes. Con todo ello, y con la observación de que el fino hilo de equilibrio, aguanta, resiste, prevalece. Las cepas viejas nos enseñan el valor de su sabiduría y su estabilidad.


Una finura que lo supera todo


¿Por qué esforzarse, intentar comprender y luchar? Sólo hay una respuesta y está en el carácter de las uvas y los vinos de 2022.

Su equilibrio nos ha sorprendido. Las bayas, de expresión inicial tímida, han despertado trayendo sensaciones de día radiante y paisaje de idilio tras tormentas y bochornos. Una fruta especial, con una entidad que llena y un jugo que da un disfrute prolongado. Color, complejidad, gracia delicada y a la vez carismática.


La complicidad entre la suave tanicidad y la moderada acidez de la mencía en años continentales y calientes auguran vinos de gran gustosidad, pues nacen de un esfuerzo sumo y un seguimiento enfático. Una maravillosa recompensa a los desvelos, una respuesta de la naturaleza que afirma, tranquila y segura, su capacidad de superar las adversidades. Hoy nos regala vinos llenos de magia y belleza. Vinos que proclaman con esperanza su voluntad de trascender y llevarnos a un estado limpio, lleno y puro.


Fechas de Vendimia:
La Faraona: 13 de Octubre.
Moncerbal: 7 de Octubre.
Las Lamas: 4 de Octubre.


VINOS


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Corullón 2022

Precios:

0,37L: 24,55 €

0,75L: 40,80 €

1,50L: 95,45 €

3,00L: 184,40 €

5,00L: 267,40 €

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Moncerbal 2022

Precios:

0,75L: 118,95 €

1,50L: 260,15 €

3,00L: 480,35 €

5,00L: 774,40 €

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Las Lamas 2022

Precios:

0,75L: 118,95 €

1,50L: 260,15 €

3,00L: 480,35 €

5,00L: 774,40 €


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La Faraona 2022

Precios:

0,75L: 1.228,15 €

1,50L:  2.740,65 €

3,00L: 4.894,45 €

5,00L: 8.058,60 €