Primeur 2024 en Dominio de Es.
Cada añada en Dominio de Es es un espejo de nuestras vivencias, marcadas por los desafíos y alegrías compartidas durante este período.
A lo largo de estos 25 años, hemos forjado una amistad sincera con estos viñedos singulares, aprendiendo de su sabiduría ancestral y compartiendo nuestra pasión y aprendizajes.
Soria me ha brindado un terroir incomparable, un lugar donde la historia y la naturaleza se entrelazan, un lugar el que encajo. Aquí he descubierto una libertad única que inspira mi creatividad dando lugar a vinos que son testimonio de nuestra ilusión y singularidad, compartidos con el mundo para revelar quiénes somos y el alma de este lugar único.
Hoy, siento que formo parte de esta tierra que vive en mí, fruto de un intercambio constante de experiencias y saberes entre Soria y yo mismo.
Te presento la añada 2024 de Dominio de Es.
Bertrand Sourdais.
Primeur 2024: Madurez ‘al dente’ con alma de largo recorrido
El año 2024 pasó a la historia de Dominio de Es como el de la lluvia sin tregua. Desde el inicio del año, la humedad marcó el ritmo del viñedo, acompañada de temperaturas suaves y heladas tardías. Fue un esquema similar al de 2023 que, sin embargo, no ha determinado de la misma manera el perfil de los vinos.
El invierno comenzó con un enero excepcionalmente lluvioso y no demasiado frío. Las primeras señales de actividad biológica llegaron pronto, en torno a mitad de mes, pero entre los días 19 y 21 hizo su aparición la nieve, que cubrió con 20 cm el suelo de Soria. Febrero y marzo mantuvieron la tónica de temperaturas suaves, lluvias persistentes y esporádicas nevadas, lo que favoreció el inicio del crecimiento vegetativo de las viñas.
Abril marcó el punto de inflexión del año. En torno al día 10 se produjo la primera brotación, con 20 días de adelanto respecto a lo habitual. Sin embargo, el 16 y el 18 regresaron las heladas, seguidas de dos episodios extremos el 22 y el 24, con temperaturas de hasta -5 °C. El viñedo, en pleno desarrollo, sufrió graves daños, con un 95% de afectación. Tardó cerca de 20 días en recuperarse, y su crecimiento posterior fue lento y apagado. A pesar de las buenas temperaturas primaverales, la constante presencia de agua frenó el vigor de las plantas.
El final de la primavera y el inicio del verano mantuvieron la tónica general de temperaturas suaves y precipitaciones incesantes, con noches frescas típicas de Soria. La floración se produjo entre el 10 y el 23 de junio. Julio trajo una breve tregua sin lluvias del 2 al 27, presagiando un agosto menos caluroso de lo habitual, aunque con cuatro días de calor extremo y el regreso de las lluvias, que dejaron una cifra inusual de 89 litros acumulados durante el mes. En septiembre, las temperaturas se desplomaron y la lluvia persistió. Las viñas, golpeadas por la climatología, seguían mostrando signos de debilidad, con bayas de pequeño tamaño y uvas con escasas pepitas.
Las condiciones meteorológicas redujeron la producción de uva, acortando también el periodo entre floración y cosecha. Aprovechando una ventana seca para la recolección y buscando un grado de madurez ligeramente inferior —con un carácter más fresco y ‘al dente’—, la vendimia comenzó el 18 de septiembre en La Mata, el 19 en Carravilla, el 20 en La Diva, y entre el 18 y el 26 en Dominio de Es. Se observaron granos de piel gruesa, elevada acidez (hablamos de ácidos málicos de 4,25 en La Mata, 3,5 en Carravilla —pleno sur— y 3,69 en La Diva) y una menor graduación alcohólica. Nada más comenzar los remontados, el mosto caía con un color rosado pálido, casi incoloro, por lo que se optó por extracciones muy moderadas.
El perfil de los vinos de 2024 refleja fielmente el clima del año: generosos, con una frescura destacada y un carácter floral y orgánico. En contraste con los soleados 2017 y 2019, donde el calor se traducía en vinos estructurados y maduros, las dos últimas cosechas han dado lugar a vinos más livianos y frescos. Sin embargo, 2024 guarda una particularidad: aunque inicialmente se presentan tímidos en nariz, sus aromas se van revelando poco a poco. Al contrario de lo que cabría esperar, la barrica nueva (un 30% del total) les sienta como un guante, ayudándolos a abrirse y a mostrar su complejidad.
Los vinos de Dominio de Es siguen evolucionando, reflejando su entorno y adaptándose a un ciclo que parece haber cambiado hacia un clima más lluvioso y menos soleado. Cada año es un nuevo capítulo en esta historia, y 2024, con su meteorología desafiante, ha dejado su huella en unos vinos que aún tienen un largo camino por recorrer en una crianza que se prevé extensa.